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viernes, 25 de febrero de 2022

Kuwait , cultural – museos en otra dimensión



Las vueltas que ha dado la vida desde aquel lejano marzo del 2020.  Todo lo que era a base de colas y papeles, ahora son aplicaciones de rastreo en el teléfono.

Regreso al hotel como el hijo pródigo. Más de una, se acuerda de mi apellido materno. A la llegada, me advierten de las nuevas reglas: sin salir de la habitación hasta que consiga la liberación por parte de la “Shlonik”.  Dichosas aplicaciones. Me dejan bien claro que ellos son responsables de mi custodia y  que estoy en cuarentena. Si quiero liberarme de las cadenas, tienen que venir a hacerme la PCR al hotel.  Sorprendido por el férreo control, modificamos la programación inicial.

Aunque no me gusta, me acuesto de madrugada y encerrado, rumiando cómo de bien funcionarán en caso de emergencia. Como será la apertura, ya que la puerta no se puede abrir desde el interior de la lujosa habitación.

Me despierto desubicado, con los golpes del servicio de habitaciones, con mi desayuno a la hora programada para hacerme cuanto antes la prueba del COVID. La puerta sigue sin abrirse. Algo se me escapa. Contacto con recepción. Conversación de besugos.

Usted está confinado y no puede salir de la habitación, por lo que le hemos llevado el desayuno a la hora programada.   -Amables, pero con tonito.

Comprendo mi situación, pero no puedo tomar el desayuno...porque estoy confinado, sin salir de la habitación. – Reclamo con mal genio, mientras se enfrían mis huevos… al otro lado de la puerta.

Unos cuantos minutos explicándome las normas del hotel, gimnasio incluido - que para nada me interesa -   sin avanzar, seguimos en las mismas.  Yo no puedo abrir y ellos dicen que no puedo salir. 

Cuando pido que venga un responsable a mi habitación, todo cambia.  Mil disculpas. La puerta se ha bloqueado, posiblemente la batería. En un minuto, los de mantenimiento lo solucionan.

Claro ejemplo de lo aturdidos que estamos (hasta podemos llegar a aceptar que nos encierren en una habitación) y de lo controlados que estamos, con el dichoso móvil. El aparato es capaz de denunciarte que estás saliendo del área asignada para la cuarentena o que has dejado el móvil en el lugar de la cuarentena. Aleatoriamente te va pidiendo que te saques fotos que cotejan con tus datos biométricos y geo-posición.  No se puede decir que sea un artista de las autofotos, pero por lo que parece, por ahora, la maquinita no se preocupa de eso. Todo se andará.

Viernes a la tarde, escapada turística al “Sheikh Abdullah Al Salem Cultural Centre”. Mucho más que una serie de modernos museos: todo se toca.  Gran interacción con las exposiciones. 

Está preparado para que los jóvenes y no tan jóvenes aprendan de dónde venimos y a dónde va la ciencia.  Muchos pero que muchos medios.  En cada pabellón una sorpresa.



 Los edificios son espectaculares y para jugar en el interior hacen falta muchos días, que no tengo. Solo horas.

Si hay que elegir me quedo dentro del museo de Ciencia y Tecnología, en la zona del transporte, con los primeros inventos, hasta los trenes supersónicos que levitaran sobre el desierto.  Aunque también no me perdería el de Historia Natural con animales prehistóricos y el pabellón reproduciendo el ecosistema del sudeste asiático, con acuarios gigantes con las especies de los manglares y de los arrecifes de coral, o … 

En cada zona, hay una experiencia con la que me hubiera quedado mucho más tiempo, pero estoy de visita por la vida. Un afortunado.

 


 

 

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