Una
carambola, buscando el buen tiempo y la buena compañía. Un viaje precioso que
se quedará para siempre en nuestra memoria: risas, sabores y grandes toques
para el recuerdo.
Un recorrido de lujo con
paisajes impresionantes, custodiados por carreteras infernales, que te hacen
ver lo dura que ha tenido que ser la vida en esta zona hasta hace muy pocos
años. Una buena opción para rodar el coche y para templar los nervios.
Muchas buenas vivencias para ampliar la historia familiar de las tardes de invierno,...
como la risas que nos echamos, cuando después de llegar a Chantada, a un pazo
perdido de la mano de Dios, en lugar de la esperada señora con un apretado
pañuelo negro en la cabeza, nos recibió Lavin. Un amable artista cubano, tarareando
la música que surgía de sus grandes y modernos cascos, advirtiéndonos que para
cenar lo más “duro” que tienen son los huevos fritos porque han quitado la
carne de la carta. Si es que los veganos están ganándonos la partida.
Recomendaciones:
Como
ciudad, me quedo con Pontevedra. Un casco antiguo muy bien cuidado, que dan
ganas de pasear, junto al peligroso Valle Inclán que perdió el brazo en una
palea tras una tertulia literaria.
Como
paisaje, el mirador de Triguás que nos recomendó la amable chocolatera que regentaba
el museo en Teimende, para poder disfrutar en todo su explendor del Cañon del
Sil, con una de las imágenes más bonitas del “A Ribeira Sacra”
Como
monumento, el monasterio de Santa Cristina de Ribas de Sil, que se oculta entre
unos bosques de castaños enormes y magníficos robles.
Como
actividad, adicional al billar, el paseo por la ría desde O Grove, para visitar
las bateas mejilloneras (donde también se cultivan las ostras y vieiras), mucho
mejor de lo esperado mientras hacíamos la cola esperando a que llegara el catamarán.
Donde merendamos a todo lujo, más mejillones de los que nos imaginamos que pudiésemos
comer.
Y en cuanto a la comida, la
recomendación para mi es clara, las zamburiñas. No encontramos los grandes
chollos, pero disfrutamos de todos los placeres de la gastronomía
aunque las filloas, siguen siendo mejores las que tiene en el recuerdo Jontxu
de la abuela adoptiva por parte gallega. Esperemos que nos legue la receta.
¿y los mejillones se empujan solos? me imagino que caería algún albariño, no?
ResponderEliminarPelontxu7 de septiembre de 2019, 10:15
EliminarNunca solos, siempre bien acompañados, pero para los mejillones nos recomendaron un blanco de Betanzos: Xanarte ...más dulce :)
Pero si me he de quedar con uno: el Heroico Mencia, tinto de Ribeira Sacra.
Marida más conmigo y sobre todo con el queso y la carne de la zona...
Es todo un homenaje al heroísmo que hace falta para llevar a buen término la viticultura en las empinadas laderas del cañón Del Río Sil.
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Dan ganas de probar el Heroico, artista
EliminarEspero que tengas unas botellas en la alacena