Viernes, - aunque a mí me parece que todos los días son
lunes, ya que hay que meter todas las horas que uno pueda aguantar - el tema
del transporte ha provocado un poco de asueto.
Me he quedado sin plaza en el helicóptero.
Así que me he tenido que adaptar y escribo estas líneas desde un lujoso hotel
de cinco estrellas, en Abu Dhabi. ¿Quién soy yo para quejarme?
Aunque parezca que
no, se trabaja distinto y espero descansar un poco más, porque está noche había
mucho ruido en el campamento, con todos los aires acondicionados puestos. No sé
cómo se pueden acostumbrar a dormir.
Bueno, al asunto. Durante el trascurso de la mañana me he
quedado sin pilas en el ratón ,último modelo del ordenador, y tras comprobar
que no eran compatibles con la del mando de la pantalla de plasma, me he tenido
que ir a comprar unas.
Preguntando, me han dirigido hasta un mall – un gran centro comercial. Pues lo
dicho, viernes, día festivo. Os podéis imagina como estaba de gente. Pero al
entrar por la zona de garajes, algo me ha llamado la atención, pero no sabía
que era. Al de poco, me he empezado a reír.
No tenía ni idea de que había estacionamientos especiales para mujeres. Sin
espera – conducen pocas- y en primera línea. Lo que se dice una zona de
aparcamiento VIP.
Una pena que los conos de protección no sean rosas y que la
chaqueta del vigilante -que les ayuda a aparcar a las conductoras- no sea del
mismo tono.
Seguramente está será una política machista, que estará buscando
alguna ventaja comercial, intentando atraer a las mujeres que conducen para que
consuman en sus locales, pero es un privilegio.
A partir de ahora, aunque
no sea políticamente correcto, si yo voy en coche, buscaré en las ciudades que
visite, si existen aparcamientos exclusivos para mujeres, y eso sí, que lo deberían
apuntar mis hijos en la moleskine roja.
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