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viernes, 4 de marzo de 2016

Bañito en el Golfo Persico


Si te dicen que tienes que hacer unos cursos de supervivencia en el mar, pues aunque no te veas muy preparado,  con resignación - con tus temores e inquietudes-  tomas el avión,  pensando que de peores hemos salido.



Pues sí. Aunque parezca mentira, está vez la historia en Abu Dabi está centrada en el mar, más concretamente en el Golfo Pérsico. 

La realidad: clima agradable, - 25 grados, brisa-, playa paradisiaca – con agua cristalina- por un lado,  rascacielos -con lujo asiático- por el otro. ¿Quién soy yo para oponerme? Así que... a disfrutar toca.

                          
 


La experiencia de los cursos, otra historia para contar a los nietos. Nada más comenzar, -sagazmente- me doy cuenta que no encajo en el grupo. Saco más de una cabeza a todos los del curso, todos mantienen las distancias y la traducción al inglés – minimizada a la mínima expresión– es para mí. Son todos de Sri Lanka, así que realmente la traducción al Hindi tampoco les soluciona mucho, aunque eso me entero al final del entrenamiento.

Asi que me lo tomo como una experiencia exótica.  Son pequeños, pero con unos cuerpos en los que se puede estudiar anatomía. Parece que en lugar de carne fuera madera negra, con una fuerza impresionante, se levantan unos a otros como si no pesaran.
En el curso de primeros auxilios, pobre muñeco. No quisiera que ninguno de ellos me hiciera una reanimación cardiopulmonar. ¡Dios mío!  ¿Pero qué pretenden? ¿Sacar el corazón por la boca del muñeco?



Pero  al llegar junto a la piscina, todo cambia. Las risas infantiles, juegos y abrazos, pasan a caras de pánico. Yo, pues como que también me preocupo, viendo a los quince temblando,  más de uno gimiendo y llorando como niños.
"Algo sabrán que yo no he entendido"- pienso para mis adentros. Estando atento a todo. Pero tiene su fácil explicación. A la hora de separar a los que saben de los que no saben nadar, nos quedamos dos solos. Para ellos el salto al agua un suplicio y llegar al simulador de un helicóptero, una odisea. Adultos temblando agarrados a un aro salvavidas, siendo literalmente empujados hacia dentro de la cabina. Estoy seguro que no les pagan lo suficiente.

Al entrar en la piscina la cara de pánico se apoderaba de ellos. Antes de que comience a hundirse en la piscina y girar, escucho un “Sir, Take care”, mientras me tocan el hombro diciendo que me proteja. En ese momento, no entiendo muy bien porque me lo dice a mí, pensando que el resto estaba en peor situación que yo, pero…Se va llenando de agua poco a poco el compartimento. Cierro los ojos para no perder las lentillas. Una vez que gira el aparato para darse la vuelta- siguiendo las instrucciones- empiezo a contar los 7 segundos antes de abrir la ventanilla de emergencia…pero al llegar a dos. Zasca, la sesión de karate. No sé por dónde llegan las patadas. Me hago un ovillo - ahora entiendo lo de la preparación ante la emergencia - take up impact position. 

Impresionante la capacidad de superación de estos hombres, lo engañados que estaban antes de empezar el curso y como se cuidan entre ellos, animándose para superar cada una de las pruebas.


 

4 comentarios:

  1. Respuestas
    1. El contraluz amplía las diferencias de la vestimenta de la pareja playera...pena que la foto está sacada con el teléfono

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