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miércoles, 10 de diciembre de 2014

De las callejuelas de Argel a los campos de Adrar

Argel me recibe en medio de un impresionante temporal. Las olas me recuerdan a las del Cantábrico cuando está embravecido. La diferencia , en lugar de pinos, lo que resiste contra el viento, son palmeras.


Esta vez, he conseguido alojarme en L'hôtel El Djazair. También se le llama el hotel Saint Georges (que era el nombre en la época colonial). Es parte del patrimonio cultural de la zona. Según entiendo era la residencia del Rey Argelino en la época de los otomanos. He tenido suerte, me han ubicado en la zona antigua.


En las habitaciones se ven placas de los personajes históricos que se han alojado: Edith Piaf, Eisenhower, Churchill, Charles De Gaule... Estando sus retratos colocados en las paredes del coqueto salón de té. 

En el próximo siglo, ¿apareceré colgado de la pared? Algunos que se yo, no lo dudan.

 

A la tarde paseo por la ciudad, intentando repetir mis andanzas por la kasbah, Rue de la Mer Rouge...! Las estructuras de Los ventanales que se apoyan hacia el exterior. Salientes que agrandan las casas pero hacen visualmente aún más estrechos los callejones

! Lo que han debido vivir estas calles! Si pudieran contarlo, debe de dar de sí, para escribir una colección de novelas. Me trasladan a épocas de piratas, de espadas y aventuras. Como el atardecer está a punto de terminar y siguiendo la recomendaciones me marcho hacia la propuesta gastronómica de mi visita anterior.Cena en “Le Caracoya”, pero esta vez para saborear un exquisito Cordero. 

 

En el aeropuerto para ir a Adrar, hay que estar algo más que atento. El servicio de información parece justamente lo contrario.

En las pantallas el código de mi vuelo AH6156 se dirige un cuarto de hora antes a Timoumond - un oasis cercano en la provincia. 

Por lo menos está cerca- pienso para consolarme.

 

Cuando ya ha pasado la hora de embarque, al igual que la hora del despegue y coincidiendo con la hora de salida de mí tarjeta de embarque, creo entender en perfecto árabe, mi destino por megafonía.

Menos mal que el aeropuerto es pequeño, pero hay que estar con los cinco sentidos puestos.  Para colmo, en esos momentos -siempre sucede - es cuando menos te alegran los fallos en la tecnología. Problemas de vivir en la era de las comunicaciones.


 

A mi llegada a Adrar, no estaba preparada la escolta. Parece ser, que al no viajar con el de turbohélice, han conseguido traernos con más de media hora de adelanto. El camino hacia la base de vida es diferente a las veces anteriores y mucho más corto.

 

Me sorprende que en mitad del desierto existan grandes extensiones preparadas para la producción del maíz. Según me cuentan había una fábrica de tomates conocida a nivel internacional. Si es que con el agua que tienen...

 



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