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jueves, 4 de diciembre de 2014

EdmonTON - ¿lotería?

Bonito viaje iniciado a -28 grados desde el pequeño aeropuerto de Fort Mc Murray. Contra todo pronóstico nos embarcaron sin retraso, pero una vez dentro del avión - un pequeño turbohélice DHC-8, pero bien aprovechado- comencé a preocuparme. 
No! - pensé asustado. ¿Por qué a mí? 
Un ser colosal, mirándome desde el pasillo. Mi compañero de asiento. Un gigante, con una tripa proporcionada al tamaño de sus manos. !que dedos! Parecían ristras de chorizos.
Para que os hagáis una idea, solo tenéis que imaginaros lo que le costó ponerse el cinturón. La azafata ocupando mi poco espacio vital, colaborando en la colocación del suplemento para poder abarcar ese tremendo volumen.
Buf! - !que duras son las clases turistas! - es lo único que se me pasa por la mente. En bucle. Una y otra vez.
Las mollas de Goliat, rebosaban. Se apoyaban en mis pantorrillas, brazos...y además se mueve. Dios, ¿pero donde quiere que me ponga? Al final lo consigue, y me pongo ladeo. Con mis piernas hacia el pasillo, completamos el tetris.
 
Entrando a pista, también se torcieron los planes de llegar puntual y poder cenar tranquilamente en Edmonton. La voz del capitán anunció entre disculpas que avisáramos a nuestros familiares que sufriríamos un retraso prolongado.
Por razones que desconozco, aunque son fácilmente comprensibles en estos climas, nos toco limpieza de pista. Esta falta de planificación se convirtió en un tormento. 
Imaginarse un pequeño avión comercial de unas 70 plazas, repleto de Canadienses de obra - gente recia y trabajadora- forrados de ropa, sin sitio donde dejarla y te apagan el aire acondicionado durante unos interminables 45 minutos.
El coloso sudando, luego jadeando, quitándose ropa... Que estampa. Yo con ganas de avisar a la azafata. Como puede sonar tan mal la respiración de una persona.  Solo me imaginaba un desmayo. No podía ser.
Al final, todo comenzó a funcionar, motores, luces, aire... Ya ni sentía las tripa sobre mis rodillas. Solo al aterrizar, el gran alivio.
En la ciudad hay casas curiosas, que parecen salidas de una película de vaqueros aunque hay alguna que están construyendo ahora que no me pegan con la idiosincrasia de los lugareños.



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