Turquía, por las carreteras de la seda

Además de las mezquitas como la” yol manzaralarından” -en mi viaje diario de dos horas de ida y otras dos de regreso entre Erzurum y Harmantepe- he podido empaparme un poco más de la realidad de la zona.
Antes de seguir leyendo, imagínate una zona de montaña, valles profundos, gargantas, ríos de deshielo a unos 2000 metros, en la Turquía más profunda,

...en donde aun puedes ver mujeres empujando arados de rueda. Sí, gracias a Dios, con rueda. Lo que te puedes encontrar –en la autovía que une Turquía con Irán- no es una gran mezcla de cultura, sino de épocas: todo tipo de camiones, desde los más modernos hasta autenticas piezas de museo, una gran gama de tractores haciendo las funciones de transporte colectivo o autobuses recién salidos de fabrica, hasta algún chalado en bicicleta, pero lo que más me ha sorprendido son los rebaños interminables de todo tipo de ganado.

El camino que realizo es parte de la antigua ruta de la seda, cerca del rio Tercan, que da nombre a uno de los pueblos donde está el antiguo kervansaray.

Parece una fortaleza más que un punto de descanso para caravanas

Rumbo hacia Mercan, donde tomo el desvío hacia la derecha, entrando en una carretera secundaria mucho más rural …si cabe.

También he tenido la suerte de interrelacionarme con los “polis” – es lo que pone en los vehículos de la policía- en un semi control de tráfico. Yo con mi “merhaba” ( hola) y “gunaiden” (buenos días) y mi mejor sonrisa como medio de comunicación. No sé porque me pararon, no conseguí entender que es lo que me pedían. Yo les daba todos mis papeles y los del coche, pero nada. Claramente, eso no era, por la forma que me devolvían los documentos. Tras unos minutos de incertidumbre fuera del coche, yo con sonrisa ¾, y en un punto muerto de las negaciones, entendí que podía seguir mi viaje, al despedirse con un “gule gule” y las manos abiertas como si estuvieran empujando el aire, hacia la puerta del coche. “Tesacureden” y pies para que os quiero.
El paisaje un lujo.