Hay días en los que parece que el cansancio va a poder con todo. Estás en el hotel, intentando sacar el trabajo a deshoras, llamas al servicio de habitaciones y te preguntas si tendrás que esperar mucho más. El día parece no tener solución y la rodilla un poco tocada. Pero justo cuando te resignas, la bandeja llega con su misterioso encanto, cubierta por tres tapas metálicas para que no se enfrié, como si fueran un pequeño robot trayéndote la cena. Al ir a levantar una de las tapas, me doy cuenta de la tarjeta:
“Welcome to your home away from home.
We hope you enjoy your stay as much as we enjoy having you with us.”
Pocas veces pasa, pero esos pequeños
detalles son los que marcan la diferencia para los que pasamos meses danzando
de cama en cama.
Y para colmo… ¡el masala curry de
cordero está de muerte! ¡Es de los mejores que he probado! Me ha devuelto la
sonrisa y me ha reconectado con el mundo.
En las
últimas horas del viaje, aprovechamos para recorrer los barrios turísticos de
Doha. Comenzamos por la moderna Ciudad de la Educación, para volver a la
mezquita para ver la famosa fuente de los cuatro ríos…, pero una desilusión, todo
el viaje organizado para verla y sigue seca. Será solo para los más fervientes musulmanes,
porque, aunque estamos en pleno Ramadán que era cuando se ponía en
funcionamiento como me dijeron hace unos meses, no hay leche, ni miel, ni
tintorro. Una pena, esa fuente parece tener más magia para el más allá que para
el aquí y el ahora.
Junto a
ella, la Universidad de Georgetown de Qatar, en un lugar emblemático. Me
pregunto si los directores jesuitas de la universidad en los Estados Unidos se
atreverían, en este momento, a apoyar la exposición Museo Palestino -su
primera muestra descargable: “Gaza sigue siendo la historia”. Celebrar la rica
vida de Gaza y compartir sus historias, mientras los intentos de desarraigarlos
de su tierra crecen, es una exposición que toca la fibra.
Al atardecer,
nos dirigimos al lujoso Katara, decorado ya para la celebración, donde continúan
con los chorros de aire acondicionado, soplando con fuerza, a pesar de que ya el
clima pide ponernos un jersey.
Para finalizar, para romper el ayuno, cenamos en Souq Waqif, que será el lugar donde hago mi recomendación gastronómica.
Disfrutamos de la cena en la planta de
arriba del restaurante iraquí Al Adhamiyah. El cordero, preparado de varias
maneras, es sencillamente una delicia, pero lo que más me sorprendió fueron los
tiernos tacos a la brasa Lamb Tikka Yogurt, ¡una maravilla para el paladar!
Aunque lo que más te puede gustar es el del aperitivo: Musellih Kibbeh, una mezcla de carne molida de
cordero con frutos secos y especias, envuelta en un delicioso talo de trigo
gordito. ¡Un verdadero manjar!