Siempre estaré agradecido por los lugares que he visitado, aunque en ocasiones haya sido a deshoras. Mi regreso a Singapur suena a despedida, a un ciclo que se cierra.
En el hotel, la cocinera Joel me saluda como si estuviera en casa, y no duda en refrescarme la memoria. Recuerda mi primera estancia tras la pandemia, y sonríe al recordar cómo metía todo en el colador. Me dice que ya he aprendido, que me enseñó una vez, aunque terminé tirando la sopa porque estaba demasiado cargada. Ahora, sé que la receta perfecta lleva poca pasta, más verdura y solo una proteína. También comenta cómo he ido tomando cuerpo y los cambios en mi bigote, observando con humor que ahora tengo demasiada barba, "como Papá Noel". Menudas confianzas!
La Navidad también ha llegado a Singapur. Las calles están iluminadas y los
árboles adornados con bolas de colores llenan la ciudad. El trabajo y el cambio
horario me están agotando; me siento muy cansado.
En cuanto a recomendaciones gastronómicas, está vez le toca a el Violet
Oon, National Kitchen, en la galería de arte nacional, National Gallery
Singapore 1 St. Andrew's Road, 178957 (entrada por Coleman Street). El comedor,
de madera con los espejos en el techo y sus grandes lamparas en plan años 20,
es una maravilla, y la comida es simplemente excepcional.
Los aperitivos son de otro nivel, como el Chicken Satay,
y sobre todo el Kuay
Pie Tee, una delicia de bocado, que explota en la boca: brotes de
bambú en juliana y nabo escalfados en una sopa de gambas, servidos en pequeñas
cestitas.
Nunca se sabe … si volverás , ni con quién irás . Bonitas fotos
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