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miércoles, 8 de noviembre de 2023

Valladolid escapada dominical Chichén Itzá

Con lo que a mi me gustan las aglomeraciones y las colas. Se esperan 15000 turistas en la zona arqueológica.  Según me cuentan, los domingos es gratis para los residentes y mexicanos, a lo que hay que sumar hordas de autobuses que llegan desde Playa del Carmen.

Pero la vida te da sorpresas. A quién madruga, Dios le ayuda. Mucha suerte. La masificación no es en las primeras horas. Visitar esta maravilla a tu ritmo, sin mucha gente y sin el calor abrasador del medio día, es un lujo, pero hay que vencer la pereza, no siempre es fácil sacar la reserva de energía para temas culturales.


La visita ha sido como una gran yincana, tachando uno a uno los puntos imprescindibles de la ciudad, (pirámide, templo de los guerreros, plaza de las columnas, juego de pelota, convento de las monjas, los cenotes, casa de Balam…) menos mal que me dan planito a la entrada…

Si me tengo que quedar con una, elijo el observatorio, con la escalera en forma de espiral de su interior. ¡Menudos artistas!



 Aparte de encontrar el segundo cenote que se me resistía, la verdadera prueba ha sido sortear a los “tentadores” puestos de souvenirs, a precio de ganga. Productos de primera calidad, todo artesanal y valiosos, ya que como siempre, son únicos. Yo sé de una - que también ha heredado el gen paterno- que hubiera salido con el kit completo: imán para la nevera, pirámide, silbato del pájaro del paraíso y el que suena a jaguar - este lo he pillado - calendario maya, camiseta, traje popular, pulsera malla, el vidrio para mirar el sol de obsidiana bien pulida …

 A medida que avanza el reloj, la sensación térmica es cada vez más intensa, por decirlo fino, y eso que dicen que es la temporada buena. Me arrepiento de no haberme comprado uno de los baratos sombreros a la entrada. No siempre se acierta.

 


Cuando ya he terminado la visita, curioso contemplar a los “corrillos de guiris”, intentando comprobar la espectacular acústica de la pirámide, aplaudiendo frente a una de sus cuatro escalinatas. Lo que a la mañana era sorprendente ya que se propagaba el sonido por las paredes, ahora es un sindiós. ¡Que hubieran madrugado!

Concluyo la visita, a toque de corneta, pero cuando comienza la hora del aperitivo. Prueba conseguida. No puedo reprimirme y me tomo la cerveza más cara del viaje, casi cinco eurazos, pero me saben a gloria. Entiendo claramente, porque los locales no están abarrotando él local.

En cuanto a la recomendación gastronómica, además de la arrachera, que es el corte de carne que más repito, me quedo con los tacos de tortillas de camarones capeados (rellenos de guacamole, col, zanahoria, alioli de chipotle, cebolla encurtida) en el Yakunaj, en la calle 41. Nº 224 en Valladolid. Te dejan el morro dormido, pero merece la pena, un espectáculo.

 


Hay que tener cuidado para donde miras, sin darte cuenta, …  gabacha impertinente. Menos mal que hay buenos camareros y que tengo un bajo nivel de francés, porque vete a saber que ordinarieces me decía.

 

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2 comentarios:

  1. No seré yo la de los genes no??? Que mal pensado eres! Igual te estaba echando los tejos y tu sin pillarlo ay ay ay gabacho perdida🤣

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