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sábado, 4 de noviembre de 2023

Festival de las Animas en Mérida

Mientras me dirijo hacia el cementerio general, para entrar con buen pie en las cultura de los muertos, me pregunto si hubiera sido mejor venir de día -con el miedo que tengo yo a estas cosas-, pero es una semana a nivel de trabajo, bastante saturada, así que no hay otra que si quiero verlo, desviarnos e ir en plena noche. Un valiente. 

 


Nada más llegar me doy cuenta de lo equivocado que estaba. La aglomeración es tal, que la calle central se parece a Pozas en día de partido. Un poco decepcionado, soy uno más dentro de una masa ingente de curiosos, que poco tenemos que ver con la tradición ancestral prehispánica.

Por muchas flores de cempasúchil – la flor de los altares- que pongan para marcar el camino de las animas de los difuntos de regreso a sus casas lo tienen dificil. Hasta la mismísima Catrina – la mujer esquelética y elegante- se pierde seguro entre tanta gente.

 

Emulando a la muerte en la avenida de ...


 

Una fiesta popular, pero no es el bonito recuerdo que tenía. Una pena. Turistas extranjeros y nacionales atraídos por las celebraciones del Día de Muertos acuden en masa, para contemplar las ofrendas dedicadas a los difuntos en la plaza grande de Mérida y luego a escuchar la Vaquería de las animas. 

 


En los altares, con las ofrendas, me atrae la idea de poner fotos junto a la comida que al familiar le gustaba. Yo hoy en día, en la única tumba que visito, no sé qué pondría. Igual un bocadillo de jamón con tomate. Y a mí, por si acaso, llevarme cabrito asado y una botella de tinto.

 

En cuanto a la recomendación gastronómica: El Restaurante Maria Raíz y Tierra (Avenida Colon 500), comida muy especial, a base de entrantes: “Pescadillas” unas tortillas con relleno de pescado y tomate que sorprenden, el “Pimito Castacan” unas tortillas más gruesas con aguacate y queso y para terminar unas tostaditas de guacamole con pico de gallo y chapulines. Los saltamontes si no adviertes te los sacan molidos.   

 


Y como no podría ser de otra manera, pruebo todo lo que me dicen que es típico de la semana de muertos, el “pibe enterrado” un tamal gigante de pollo y puerco, o el famoso “pan de muerto” – que tiene el mismo sabor que nuestro roscón de Reyes.

 

Me paso el día comiendo, duras las digestiones. A ver quién se atreve a pesarse a la vuelta.

 

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