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viernes, 7 de febrero de 2020

Argelia, noche rojiblanca


El viaje de una semana, se alarga y no tiene buena pinta. Cada día, en lugar de disminuir las tareas de la lista para irnos, se amplia y eso que, como desde pequeño nos han enseñado, voy cerrando las fáciles. Todo se andará, pero comenzando febrero, ya estamos superando los treinta grados y este lugar pronto se convertirá en una caldera.


Atardecer en el campamento, no debería estar aquí. El destino parece que se posiciona en contra de que vea el Barça. Otro partido que me pierdo por motivos laborales, otro más. Recordando en la cena, la final de mayo del 2015 en Bolivia, con la entrada cedida en el último momento. El satélite no quiere posicionarse, así que toca escucharlo por la radio.





 Muy cansados. Robando minutos al sueño, soñando con el milagro.
Salto, grito y no sé qué más. Gran momento vivido a miles de kilómetros. Apoteosis.  El chillido que pego, hace que los vecinos aporreen sus habitaciones para mandarme callar. No entienden nada.  Momentos de tensión por si el VAR decide anularlo. Hasta la radio se apaga. El éxtasis colectivo que llega en el último minuto del descuento. No tengo a nadie con quien abrazarme.
Recuerdo a los míos, que están en el campo, la suerte de poder disfrutar de estas sensaciones. Son irrepetibles. Es el partido soñado, que se recuerda toda la vida. Me alegro por ellos. Lástima de no poder vivirlas con ellos. Inolvidables, yo aún me acuerdo de la cara de Aita en esas ocasiones.
Por fin, nos hemos quitado al verdugo de la copa, toca apretar los dientes y a esperar que siga la racha, hasta la final. Hay que sacar de una vez la gabarra.  Aupa Athletic

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