A la mañana me despido de la sala business de Bilbao con concierto de violonchelo y escribo estas notas desde Calgary, mientras degusto el mejor Beef Chili que he probado en mi corta vida, añorando la sala del champagne de Londres, repleta de Taittinger e inexplicablemente vacía de catadores, que marida a la perfección con mi seleccion picante a estas altas horas de la noche.
Tan similar por nombre y tan distintas una sala de otra.
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