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jueves, 23 de mayo de 2019

Tres emes: miel & moscas




Sin intención de ser chirene, ni faltar al respeto a nadie: tres emes.



Las largas jornadas, -desde mucho antes de que salga al sol, hasta después de ver la luna-, hacen posible que comparta el iftar con compañeros locales. Es lo que me ha dado de sí la semana. Una gran comida, con mucha miel y por desgracia, demasiadas moscas.
En una de esas copiosas y animadas  cenas, me sorprendió que un argelino -que habla mejor castellano que yo- se acercarse a nuestra mesa, preguntándome que hacía entre tanto moro. Ante la duda - nunca se sabe cómo se puede llegar a torcer una conversación- , preferí no intentar descubrir si me estaba intentando tirar de la lengua o simplemente utilizaba con bastante sorna, demasiada, el término en su afección no peyorativa: simplemente los nacidos en la morería.


Al final, contamos vivencias sobre Ramadans en otros países, -cosas de campamentos y hoteles-, mientras nos deleitamos de todos los manjares. Porque tampoco es cuestión de hacerles un feo a los cocineros, que con tanto esmero preparan las mesas estas noches. Gran hospitalidad. A pesar del cansancio y las pocas ganas de conversación, el hambre no nos la quita nadie y menos, un batallón de moscas impertinentes.



La pierna de cordero, los dátiles y que  no falta el perolo, con la "chorba" una sopa de pollo,  garbanzos y fideos, para rellenar huecos.
Burek , como los rollitos chinos pero a lo grande, rellenos de una masa de ternera, huevos, cebolla y pimienta, que se les pone un chorrito de limón, como a nuestras  rabas. 


Y después, los dulces empapados de miel, hojaldres, almendras o cacahuetes – difícil elección- así que se catan los dos. Pura gula. Una delicia que no sabes cómo pararlos.



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