Después de salir del trabajo, el bueno de Mustafa nos ha invitado a cenar. Cuando te imaginas un restaurante al aire libre, no es el lugar donde me han llevado. Una fogata, una gran sartén y una mesa de playa, en lo alto de un pequeño lago donde engordan truchas, rodeado de un paisaje sorprendente. La cocina natural de toda la vida.Creo recordar, que son las primeras truchas que me han gustado e incluso me han parecido ricas, me imagino que además del encanto del lugar ha sido la sazón aromática que tenían. El único problema fue la cantidad, como siempre entre las dificultades con el idioma y el miedo a la ofensa cultural. Al final nos fuimos con 3 o 4 truchas cada uno.
Otro paisaje alucinante, pena que está vez me vine a Turquia sin la camara de fotos, y están sacadas con el telefono.
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