A pesar de que el retraso es culpa de la aerolínea, consigo llegar a la puerta de embarque justo a tiempo, solo para ver cómo el empleado, con el tradicional pantalón corto bávaro, cierra la puerta del avión en mis narices.
Incomprensible, pero cierto. No hay nada que hacer. Otra
vez muchos problemas con Lufthansa y sus conexiones. ¡Cómo ha cambiado mi
experiencia!
Como bien me lo recuerdas: ¿Dónde quedaron aquellos tiempos en que te despertaban con una suave caricia en las mejillas?
La visita a la capital del distrito de Mazovia es muy
distinta a la de enero. Mucho más agradable en otoño. Después del primer día de
obra, tengo la suerte de ver las luces reflejadas sobre el río y disfrutar de
un breve paseo por lo que queda de la época medieval.
Una semana a la carrera, al toque de corneta, intentando mostrar lo que hacemos. Ni siquiera me acuerdo de la sensación de estar participando por primera vez en la construcción de un megaproyecto. Pienso en mis conversaciones al regresar a casa y en el interés de Aita. Son sensaciones olvidadas; demasiadas obras. Ahora, con la distancia y la responsabilidad, todo es diferente.
Para la pareja, todo es nuevo. En cada salida a la obra, las caras de sorpresa —y algo de miedo— recuerdan quizás a un niño en la noche de Reyes. Merece la pena detenerse y recordar la suerte que tenemos.
Campana de los deseos en Varsovia |
Recomendación gastronómica: en el restaurante del Hotel Tumski, el codillo es riquísimo. "Codillo de cerdo sobre puré de patata con un toque de rábano picante, acompañado de dumplings sazonados con cebolla estofada y terminado con salsa de pimienta."
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