Finaliza oficialmente el verano, esta vez sin la cena de encuentro familiar en el Bitácora. Ya retomaremos las tradiciones. Las rutinas continúan tranquilizándome antes de salir de viaje.
En los aeropuertos, muchos retrasos. Al menos vuelo solo. Al llegar a destino es de noche, al poner de nuevo la pequeña maleta sobre la cama del pequeño hotel de Ostraleka, me entra una gran pereza. Todo está cerrado y los domingos no dan cenas. Genial. La arisca joven del pequeño supermercado no está dispuesta a darme un bocadillo porque son calientes. La cosa mejora. Con el traductor nos entendemos; no tiene ningún interés en lo que le digo. Está cerrado aunque faltan dos minutos para las ocho. Al menos salimos con unos paquetes de patatas.
Comienza
el cuarto trimestre, plagado de retos y nuevos viajes.
Aquí aún creen en las cuatro estaciones. Es verano, y por lo tanto, apetece tomar helados, y en las zonas peatonales siguen funcionando los aspersores de agua pulverizada. ¡Qué calor! Lo que más apetece paseando de noche con casi 13 grados…
La
música y los trajes regionales me hacen perder la poca vergüenza que me queda,
y me veo disfrutando del folclore nacional.
En un salón oficial, en la calle principal subimos al primer piso, nadie nos para. Risas y mucho folclore.
Me imagino que es como Oskorri, música tradicional.
Platillos típicos a precio de saldo, líquidos colorados en copas pequeñas y mujeres con coronas de flores. Igual se creen que es primavera.
!Si es que estamos en pleno
verano!
Recomendación gastronómica en Varsovia:
En la visita a la Plaza Rynek Starego Miasta, intenté regresar al restaurante Bazyliszek, mi lugar de referencia. Sin embargo, la experiencia fue decepcionante. El personal, poco amable y visiblemente desbordado, nos ofreció dos opciones: esperar 40 minutos o sentarnos en la terraza exterior.
¿Terraza?
Si es que está claro que se piensan , que por ser aún verano, hace calor!
Por suerte, esta mala experiencia me lleva a descubrir una joya gastronómica en la misma plaza: el restaurante “Kamienne Schodki” conocido por ser frecuentado por figuras como el presidente Macron y su equipo.
Curiosamente, mientras conversábamos por “guáchap” con mi hermana, ella nos confirmó, a cientos de kilómetros , que la madre de sus recientes “amigos de barra“ polacos, era una asidua de este restaurante.
Y de entrante, un riquísimo steak tartare, que tienes que mezclarlo tú mismo. Ahí lo dejo, para acordarme.
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