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sábado, 24 de agosto de 2024

Cantabria: Tradiciones, Historia y Sabores

La visita anual a Cantabria, como siempre, es una auténtica gozada y una parte imprescindible del verano. Este año, el recorrido comienza en la noble villa marinera de Laredo.

En la oficina de turismo, es bonito ver la maqueta medieval de la ciudad, ya que permite apreciar cómo ha evolucionado a lo largo del tiempo. Te ofrece una perspectiva clara de la ruta de la Puebla Vieja y hasta dónde llegaba el mar en aquel entonces, mostrando cómo la ciudad ha ido ganando terreno a lo largo de los siglos.



Lo más destacado de la muralla medieval es la Puerta de Bilbao, que daba acceso al camino en dirección a la capital del mundo. Tuvimos la suerte de encontrarla abierta, y allí nos contaron parte de la historia de Carlos V, el hijo de la desafortunada Juana y nieto de Isabel y Fernando que llegó a Laredo en el "Espíritu Santo" acompañado de otras sesenta embarcaciones. En aquel entonces, Laredo debía ser el puerto más importante de Castilla, y supieron recibirlo con todos los honores. De allí partió hacia Medina de Pomar, para luego retirarse en Cuacos de Yuste (Cáceres). Donde también vimos la réplica de la silla con la que le llevaron para que no se canse mucho el pobre jubilado.

 


En cuanto a la Iglesia de Santa María de la Asunción y sus famosas cadenas sevillanas. Durante la reconquista, los marineros de Laredo que rompieron las cadenas que bloqueaban el paso del Guadalquivir, facilitando así el acceso de los barcos, se llevaron un tramo de esas cadenas como souvenir. Sin embargo, me da la impresión de que a la iglesia le falta alguna nave; su forma es demasiado cuadrada y le sobra algún “retablo” moderno que da un poco de miedo.

Durante el aperitivo comienzan las rachas de viento. Definitivamente no aguantó el tiempo. En el puerto bajo la lluvia, se nota el fresco. Poco duran las olas de calor en Cantabria. Una pena no tener mi elegante regalo de Mirto, al cuello.

 


Para la recomendación gastronómica, volvimos a Carasa, al restaurante Villarias. Lo mejor son los entrantes: los tomates espectaculares y las croquetas, aunque mejoran cuando se enfrían, son deliciosas. Como plato principal, pedimos churrasco con patatas para tres y huevos de corral con patatas, manteniendo así la tradición. La comida, como siempre, estuvo exquisita y la atención fue increíble… 



Increíble que a veces sientas la necesidad de pedir perdón por todo... Pero sin duda volveré, porque el jardín y los tomates lo merecen.

 

 

jueves, 15 de agosto de 2024

Camino Lebaniego : entre Asturias y Cantabria"

Gran peregrinación en Vespa desde Castro Urdiales al monasterio de Lignum Crucis, uno de los cuatro lugares santos jubilares de toda la cristiandad. En la oficina de Laredo nos entregan la credencial del Camino Lebaniego.

La mayoría de los moteros me ignoran , subestimando mi querida Vespa. Pero, como saludan a la pareja peregrina, aprovecho para devolverles el saludo con una "V" de victoria.

 


En Torrelavega hacemos nuestra primera parada para avituallamiento, disfrutando de un bocadillo de calamares. La ciudad está en fiestas, y es curioso ver cómo preparan un enorme cerdo al estilo medieval, a golpe de hacha. Se ve que no es algo habitual.

 

En Cartes, un bonito pueblo medieval en el corazón de Cantabria, nos reunimos con la familia. Su conjunto histórico está muy bien conservado, transportándote directamente a la Edad Media. Aprovechamos para comprar unos sobaos con chocolate y un delicioso queso de leche cruda.

 


Seguimos nuestro recorrido hacia la Fuentona en Ruente, pero es imposible encontrar un lugar para comer, lo mismo sucede en Carmona, donde todo está cerrado o solo atienden con reserva previa.

El itinerario que nos organizó Niki es precioso, aunque nos saltamos varios de los puntos de interés que había marcado. El clima no acompaña, así que decidimos no desviarnos hacia el Collado de la Hoz ni al mirador de Santa Catalina.

Una mala decisión - no siempre se acierta- nos lleva por hermosas carreteras asturianas y alguna pista, hasta que finalmente llegamos a Panes. ¡Qué alivio!

El desfiladero de La Hermida es impresionante. Las curvas de la carretera no resultan pesadas gracias a la belleza del paisaje. Sin embargo, es cierto que hay que conducir con precaución. Actualmente, hay obras en la zona, pero todo está bien señalizado y organizado. 



Dada su longitud, no es el mejor lugar para pinchar una rueda, aunque cuenta con varias poblaciones a lo largo de sus 21 kilómetros. En cada parada, mientras esperamos el paso alternativo, el paisaje es espectacular, flanqueado por paredes de roca verticales de quinientos metros de altura, originadas por la erosión del río Deva. Grandes aves sobrevuelan las angostas gargantas, con los Picos de Europa como telón de fondo.

 

Si la festividad de Santo Toribio, el 16 de abril, cae en domingo, se celebra el Año Santo Jubilar. La indulgencia plenaria, conocida como la bula lebaniega, permite la redención de cualquier pecado de los peregrinos y se concede durante el jubileo. Nuestro pecado, soñar con repetir más rutas moteras.

 


Lamentablemente, llegamos tarde, tanto en el año como en la hora. No logramos poner el sello en la credencial, ya que el centro del peregrino cierra a las seis y media. Sin embargo, el monasterio está abierto y podemos ver la reliquia más grande de la Cruz de Jesús.

Tendremos tiempo para prepararnos para la próxima ocasión, ya que la apertura de la Puerta del Perdón en el monasterio será en 2028. Esperemos que el tiempo nos acompañe.

 


Fue imposible encontrar alojamiento en Potes, pero al menos disfrutamos de unos torreznos y una sidriña en una bonita terraza justo debajo de la Torre del Infantado, entre los puentes. “La Posada El Corcal “, en Tama muy buena opción , el desayuno riquísimo en una vajilla preciosa.

Comer bien era uno de los objetivos del viaje, aunque no resultó fácil. Los restaurantes estaban saturados; preguntamos en media docena, y todos estaban ocupados. La oferta es limitada, y los lunes, Cantabria descansa.

Según la leyenda, el Beato profetizó al pueblo lebaniego la inminente llegada del fin del mundo. Aterrorizados, los habitantes pasaron un par de días sin probar bocado, hasta que uno de ellos, cansado de esperar y hambriento, exclamó: "Comamos y bebamos, y si hemos de morir, al menos que estemos hartos".

 

Nuestra recomendación gastronómica es "Casa Jandro" en Celis. 

        -  Es mejor reservar, pero si no, ármate de paciencia.

 Las croquetas son deliciosas (aunque a algunos les parezcan pequeñas), y los garbanzos con setas y langostinos son exquisitos. Los segundos platos son impresionantes: cabrito al horno, solomillo de jabalí y chuletillas de cordero.

 

sábado, 10 de agosto de 2024

Redescubriendo Yucatán: Entre la Magia de Chichén Itzá y los Sabores de Valladolid

Hasta el último momento, las dudas me asaltaban. No terminaba de decidirme, con la imagen de Caronte rondando en mi mente, a partir hacia México.

El país vuelve a enamorarme, ... si es que se me conquista fácil por el estómago. Muchas vueltas en la cama, por el cambio horario. Al alba, recorrer las calles de Valladolid es una experiencia serena, casi mágica. La ciudad despierta lentamente, y las calles se van llenando de vida.

 


En el Mercado de Donato Botes, me sorprendió que la señora del puesto de ají —no consigo recordar su nombre maya— aún se acordara de mí. Cuando fui a reponer mis existencias, me saludó con una sonrisa.

—¿Ya se le terminó? —me dijo con picardía—. Debe tener muchas cocineras en casa.

Estoy seguro de que me recuerda por las largas horas que paso eligiendo entre las decenas de variedades que ofrece en su puesto —ají de árbol, habanero, serrano, entre otros—, y por las preguntas que le hago sobre cómo manejar cada uno de ellos.

 

El trabajo en la obra de Yucatán es duro, sobre todo con la humedad y el calor que parecen desafiar cada momento del día. Siempre estoy empapado de sudor, llegando a cambiarme de ropa hasta tres veces diarias. Es extraño, las lluvias persisten y los mosquitos acechan, convirtiendo cada día en una especie de ruleta rusa: dengue, zika, chikungunya. Mis mejores aliados: el repelente, la ropa que me cubre bien, y aunque no me guste, el aire acondicionado.

Este viaje tiene un toque particular: una plaga de escarabajos. Son preciosos, pero debo tener cuidado, ya que tienen glándulas que segregan un líquido maloliente como mecanismo de defensa. Mejor evitarlos y no pisarlos.



Cada noche, la ciudad invita a pasear antes de cenar. ¡Qué bien se come en Valladolid! Una de mis rutas favoritas es por la colorida Calzada de los Frailes, que nos lleva hasta el Convento de San Bernardino de Siena. Esta imponente construcción del siglo XVII más parece una fortaleza que un convento, reflejando la desconfianza que los frailes quizá sentían hacia sus feligreses. Los confesionarios son verdaderamente curiosos.

Con el cambio de horario en la reunión de cierre, nos sobran un par de horas antes de ir al aeropuerto. Decidimos escaparnos a Chichén Itzá, aunque sea al mediodía, cuando el calor es más sofocante. Esta vez, vengo preparado: dos botellas de agua y un sombrero de paja, el más barato, pero efectivo. Algunos lo consideran demasiado femenino, pero me protege perfectamente del sol y evita que termine pareciendo un cangrejo.

 


La visita a Chichén Itzá vale cada gota de sudor. Es una de las maravillas del mundo, una ciudad maya impresionante, uno de los sitios arqueológicos más grandes y mejor conservados del planeta. El calor es tan intenso que dudo que olvide las cervezas que nos tomamos al salir; literalmente, nos salvaron la vida.

 

En cuanto a la gastronomía, debo recomendar “El Paladar del Cura,” junto al monasterio, en la calle del fraile. Aunque tienen una terraza, sabiamente nos sugirieron una mesa con un suave aire acondicionado y vistas al monasterio. Las raciones son generosas, así que mejor pedir un solo plato por persona.