sábado, 22 de noviembre de 2025

Hamburgo entre ahumados

Desde el moderno (y un poco jipie) Ruby Lotti Hotel de Hamburgo, te escribo estas líneas con las piernas cansadas pero contento. Mientras volvía, con las luces de Hamburgo reflejándose en los canales, solo puedo pensar que estos días —caóticos y con sorpresas— son precisamente los que hacen que me guste mi trabajo.

Ya sabes lo que me gusta a mí conducir… Pues imagínate comenzar el viaje haciéndolo de noche, desde el aeropuerto hasta Stade, con el GPS perdiendo el norte cada minuto por las obras y mi señal de internet haciendo de las suyas. Menos de cien kilómetros que se me hicieron eternos: más de dos horas de tensión. No me lo esperaba, la verdad.

La prima Begoña, ha sido un cicerone excepcional. Aunque con el fresco y lo tarde que llegamos al hotel, poco hemos podido ver. Una auténtica suerte poder compartir un par de cenas con la pareja y alegrar las noches al salir de la obra.


Esta noche fresca en Hamburgo la he empezado un poco enfadado: el cansancio. Menos mal que en la recepción-bar de este hotel tan moderno está Ali, que habla español y me tranquilizó con el autocheck-in. Porque si no, me pido una cerveza en la barra –que para eso se inventaron– y que le den dos duros a las maquinitas.




Siguiendo la recomendación de la prima: paseo por la pintoresca Deichstraße, subida al campanario de la Iglesia de San Miguel, con unas preciosas vistas panorámicas. 


Antes de cenar, una parada técnica en el Gastställe Dreyer. ¡La mejor cerveza que hemos probado! Servida en capas, con su tiempo, en un local con un ambiente tan auténtico que los parroquianos echaban humo (literal y figuradamente). Menudos recuerdos: salir de un bar de los de antes bien ahumado.




La recomendación gastronómica de este viaje: cenar en el histórico restaurante Krameramtsstuben, en el corazón del barrio de las Viudas. Justo a los pies de la iglesia de San Miguel, este callejón con casitas del siglo XVII es un viaje en el tiempo. Comer donde vivían las viudas de los comerciantes hanseáticos…


A la hora de pedir, me olvide por completo de las recomendaciones de la gordologa. Empezamos con el “Filet of Matie”, un clásico del puerto: filetes de arenque marinado, suaves y con un punto salado, sobre una rebanada de pan negro, todo unido por una salsa “estilo casero” fresca y cremosa. Un arranque riquísimo. De plato aun más contundente: el “kaleplate” col con un surtido de carnes ahumadas (lomo, salchicha y bacon) que se deshacían, y el contraste perfecto de las patatas caramelizadas, dulces y crujientes. Con una cerveza suave para bajar tanta maravilla, … 







No sé por qué,  pero se me paso el frio.

 Como siempre, lo único malo…

 

4 comentarios:

  1. Gora Alemania y su ruptura anárquica. Las normas son el proceso involutivo del darwinismo que nos convierten en un rebaño dócil y abierto a las dictaduras. Rebaños que avanzan al son del akuilu .....

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gora Alemania???? Curioso eslogan, teniendo en cuenta que el último régimen que aplicó seriamente el 'darwinismo' en Europa fue precisamente la Alemania nazi, con resultados catastróficos.

      Eliminar
    2. Yo soy más de creacionismo: seguro que alguien diseñó a este rebaño para que se perdiera del aeropuerto a Stade, no por accidente, sino como parte de un plan divino para torturarnos con señales confusas, rotondas infinitas y desvíos que solo un genio maligno entendería. Es casi un ritual sagrado: dar vueltas, perder tiempo y llegar tarde con cara de querer renunciar a la humanidad. Así que sigan avanzando al son del akuilu, pero lleven siempre GPS porque perderse en Hamburgo no es evolución, es una prueba celestial de paciencia que ni el mismísimo Darwin aprobaría.

      Eliminar
  2. Respetamos su intenso debate entre anarquía, lecciones históricas y divinas tortugas urbanas, pero por aquí lo único importante son las recomendaciones gastronómicas

    ResponderEliminar