A pesar de lo que algunas revistas turísticas hayan podido decir en el pasado, mi experiencia en Avilés ha sido una gozada. Lejos de ser "el pueblo más feo de España", nos encontramos con una villa grande y con encanto, donde el colorido de los suelos de sus calles y su arquitectura merecen mucho la pena.
Con una buena guia de viaje y un mejor guia, nos dedicamos a descubrir los trece puntos más interesantes. Me quedo con la curiosa iglesia de los Franciscanos. Está muy logrado el realismo del gesto del pudor humano, que, al menos para mí, es poco común ver en el capitel de la entrada: Eva y Adán tapándose las vergüenzas.
El mercado, otra bonita sorpresa. No solo por el buen género —pescados preciosos y enormes—, sino más bien por el precio de risa, comparado con las pescaderías de casa. ¡Cómo nos engañan en casa!
De noche, tras el picoteo, a bailar al Don
Floro, no donde los guajes. Lo dimos todo, parecía que teníamos “los zapatos de
baile”. Menos mal que el hotel Meliá —de lujo— está en pleno centro. Pero dura
la mañana siguiente, aunque el desayuno reconfortante… Ya no estoy para tanto
trote: destrozado.
El Centro Niemeyer pone un toque de modernidad brutal junto a la ría. Blanco, puro y lleno de vida, es el símbolo de la nueva Avilés. Eso sí, no se puede aparcar el coche fuera del horario de visitas porque cierran la valla.
De regreso… excursión a la Iglesia de Santa Cristina de Lena, una preciosidad prerrománica. Eso sí, la guardesa habla más rápido que un rayo: imposible de seguir, con mucho cambio de tema.
Y a tomar unas sidras y a comer en la plaza de
Mieres.
“Hay tres lugares en el mundo donde uno puede encontrarse realmente a gusto porque supieron no perder su sabor a pueblo: la isla de Manhattan, en Nueva York; el barrio romano del Trastevere; y la plaza del Requexu de Mieres.”—José Hierro (poeta). Está claro que algún día tendremos que ir a conocer el pueblo de Nueva York.
La recomendación gastronómica: Tataguyo, en pleno casco histórico. Una casona asturiana de piedra y madera donde te tratan brusco, pero bien. Su especialidad es la carne, pero me quedo con el pote asturiano: tan rico que dejamos el puchero limpio, ante el reto de la camarera. El requesón fue el punto final perfecto.
Una bonita escapada, en muy buena compañia





Y d'animales de caza
ResponderEliminarhay la lliebre en cualquier matu,
la perdiz en cualquier bardia,
l'arcea en cualquier regón,
el tordu en cualquier rimada,
la corniz en cualquier sucu
la torcaz en cualquier rama,
el glayu en cualquier camin y
el picu en cualquier furaca..."
Destrozado al día siguiente? Debes de cambiar de compañeros de viaje.... o de zapatos de bailar
ResponderEliminarDefinitivamente, me quedo con los amigos. Los zapatos se renuevan, pero el grupo que sobrevive a tu 'estilo' de baile... es invaluable
EliminarLa guardes Maria Inés Faes Cienfuegos... ye cogía la mirada y se te ponía a explicar y ya no había manera de escapar. Y mientras otros haciendo los ejercicios gimnástico habituales alrededor de la iglesia. Pero siempre sabios e interesantes las explicaciones de la señora guardesa
ResponderEliminarNo es que huyera, es que cambié a la modalidad de entrenamiento de 'resistencia a las explicaciones históricas'.
Eliminar¡Para la próxima carrera, con esa guardesa detrás, batiré todos mis récords!